La palabra 'papa' se usó primero
durante los siglos VII y VIII como un apelativo de deferencia para dirigirse al
obispo de una diócesis, como título honorífico -posiblemente en la acepción de
senex-, y no para otros dignatarios. Pero después del siglo VIII se usó
exclusiva- mente para el obispo de Roma que es así obispo sumo o papa universal,
soberano pontífice, expresión que se da en torno al año 824 pero, que incluso
un siglo antes, se preparaba por el empleo de la palabra 'pontífice' aplicada
al obispo de Roma. Esta terminología eclesiástica entra en circulación sobre la
base de un vocabulario religioso más amplio, en concreto, en relación con la
expresión prestigiosa de la religión romana pontifex maximus. Esta es una
locución que tiene a sus espaldas su propia historia lingüística. El término
'pontífice' (pontem facere), un sustantivo al que se agrega el adjetivo
cualitativo superla- tivo 'sumo' (maximus) es una formulación tomada de la
religión ro- mana (sumus pontifex = pontifex maximus), porque es por excelencia
'puente entre el cielo y la tierra.
Arcaicamente, sin embargo, el
vocablo 'pontifex' significaba lo que dice llanamente su etimología,
'constructor de puente', sacerdote pontonero, y el puente tenido en cuenta era
el Sublicio que, levantándose sobre el río Tíber, permitía unir ambas partes de
Roma, la ciudad del norte y la del sur, reconstruyéndose también cuando se
derrumbaba. Hay que recurrir al jurisconsulto Publio Mucio Escévola, célebre en
Roma por su conocimiento del ius pontificium para poder rastrear el basamento
de esta denominación que es tan anti- gua que se funda en la sabiduría de las
tradiciones religiosas y míticas romanas y que la cultura religiosa cristiana
supo aprovechar, porque la denominación cristiana es mucho más reciente, es
medieval, se aplica al obispo de Roma y se lo reutiliza reformando el uso
religioso arcaico. Beda el Venerable (672-735), monje benedictino inglés, nos
da la pista al escribir en su Historia Eclesiástica 1, cap. 23 y en otros
lugares, refiriéndose al obispo de Roma que une las dignidades episcopal y
papal: «A quien los romanos eligen para el orden pontifical (ad pontificatus
ordinem)». El pontífice cumple su función esencial al unir lo que por esencia
está separado.
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