martes, 7 de marzo de 2023

Jorge Carrion, mí biblioteca de hoy y la Lisboa de mañana, en Bibliotecas


Intuyo que, después de ser padre y de haber entendido que no necesito más de siete mil libros para ser feliz, al fin he podido descansar. Hasta este momento, toda mi vida se puede leer como un intento de construir la biblioteca que no tuve de niño. La urgencia por llenar un vacío. Algo parecido a lo que creí ver en Seúl: Corea del Sur invertía una fortuna en el siglo XXI para generar la red de bibliotecas y de librerías que nunca hubo en su historia. Comparto con el país asiático un origen humilde, iletrado. Y el afán de llenar ese agujero negro. Mi ascenso social se debe a esta biblioteca. Es el resultado de la curiosidad, la suerte y el esfuerzo. Pero todo lo que he hecho también se explica a través de los pocos libros y juguetes que, con mucho más esfuerzo, me compraron mis padres. Aquellas enciclopedias, aquellas novelas infantiles, aquella caja de herramientas o aquel juego de mineralogía adivinaron mis intereses profundos. Y les dieron, a largo plazo, la estructura que necesitarían para desarrollarse.

lunes, 6 de marzo de 2023

Amaranth Borsuk, El libro expandido, Variaciones, materialidad y experimentos, pp. 74-75

Aquí tenemos que agradecer una vez más al mundo árabe por la expansión de las ideas y los cambios en lalectura. Los académicos tradujeron al latín libros antiguos que estaban preservados en árabe y así comenzaron a difundirse también obras de ciencias y matemática. A medida que se fue desarrollando un público escolástico para los libros, también lo hizo la estructura de la página y del códice diseñado para las consultas y anotaciones individuales y silenciosas. Esa etapa dio suavemente lugar al período de actividad artística e intelectual que conocemos como Renacimiento, cuando todo cambió para los libros. Indispensable en los intercambios de ideas entre pensadores separados por grandes distancias, el códice escrito y la facilidad con la que podía transportarse permitieron exactamente ese desarrollo asincrónico de pensamiento que Sócrates y Platón tanto temían.

Aquel temor nos recuerda a la preocupación contemporánea por el modo en que la lectura y la escritura en plataformas digitales acortan nuestra capacidad de atención y nuestra capacidad de concentrarnos con mayor profundidad en los textos. Lo que hoy tememos es exactamente lo mismo que preocupaba a los antiguos: la mediación. La acusación de Sócrates esconde una visión de la escritura como una tecnología que se interpone entre pensador y pensamiento, los separa y permite que cada uno viaje por su lado. Mientras que Sócrates creía que ese proceso llevaría a que a uno le fuera imposible defenderse o clarificar las ideas propias, esa separación fue esencial para el desarrollo y la diseminación del conocimiento en un mundo que crecía cada vez más rápido. Vale la pena destacar que la propia escritura cambió el pensamiento humano, así como nuestra dependencia de los dispositivos digitales en red nos ha cambiado a nosotros.

Emmanuelle Carrère - Yoga - El Bardo

Según la tradición tibetana, los días que siguen a la muerte son mucho más cruciales que los que la preceden. El que acaba de morir penetra en un territorio intermedio, tenebroso, un laberinto psíquico cuya salida puede ser la liberación del samsara, también conocido con el nombre de condición humana, es decir, una nueva encarnación, más o menos favorable, o sea, directamente el infierno. Esta twilight zone que todos debemos atravesar cuando muramos se llama el bardo. Los budistas tibetanos la han cartografiado con extrema precisión: encrucijadas engañosas, deslizamientos de terreno, jaurías de perros salvajes, caminos que no llevan a ninguna parte, luz al final del túnel... Esta guía del bardo que se llama el Bardo Thodol, el Libro de los muertos tibetano, se la leían al oído del difunto durante los tres días siguientes a su muerte para acompañarlo en su viaje.