jueves, 14 de abril de 2022

González Arzac, Alberto, La Constitución Justicialista de 1949, pp 46-52

Los radicales de 1949 tenían el complejo de la reelección. Lejos estaban de imaginar que en 1984 un Presidente radical soñaría con su reelección y menos aún que en 1994 Alfonsín pactaría con Menem una cláusula constitucional de reelección.
No ofrecieron reducir a 4 años el período presidencial a cam bio de permitir la reelección, ni tampoco reducir esa reelec ción a un solo período. Hablar de reelección erizaba la piel de los radicales.

Por eso las negociaciones de Lebensohn se limitaban a ofre cer una negativa cortante de reelección, tanto a los partidarios del coronel Mercante como a los amigos de Eva Perón, pro curando de ellos una complicidad con los radicales que hicie ra posible transformar a éstos en los sucesores de Perón para el próximo período presidencial. "Mercantistas" y "evitistas" fueron tentados, pero en definitiva no prosperó esa idea en ninguno de ellos.

Así las cosas, los radicales debían denunciar que el único mo tivo de la reforma era la aspiración oficialista de reelegir a Pe rón, a pesar de que las reformas políticas, económicas, sociales y culturales del proyecto constitucional decían otra cosa, in corporando derechos especiales del trabajador, la ancianidad, la familia, la educación y cultura, así como nuevas concepcio nes sobre la función social del Estado, el trabajo, la propiedad, el capital y el campo.

Un diálogo en el debate parlamentario permitió a Lebenso hn asegurarse una airosa participación en el espinoso asunto durante la sesión del 3 de marzo, cuando inteligentemente ad virtió que llegaba el momento de cumplir con quienes presio naban para provocar un retiro del recinto. Una frase dicha con mucho sentido político le dio la posibilidad de irse decorosa mente: sería un retiro elegante.

Durante su discusión con Arturo Sampay, el convencional Ángel Borlenghi (que era también Ministro del Interior) in terrumpió diciendo que el caso de Perón era tan excepcional como el de Roosevelt en EEUU., a lo que Lebensohn presta mente contestó: "A confesión de parte, relevo de prueba. La mayoría ha declarado que la reforma de este artículo se hace para Pe rón, que era lo que nosotros sosteníamos ante el pueblo argentino!
Ocurría que la constitución norteamericana de 1787 no había prohibido la reelección presidencial; por el contrario, la p mitía y varios presidentes habían sido reelectos comenzando per por Washington. El demócrata Franklin D. Roosevelt había llegado a ser reelecto tres veces, falleciendo al comenzar su cuarto mandato y como una reacción de los republicanos, en 1947 habían votado la Enmienda XXII por la cual la reelección quedaba limitada a una sola vez. Esa enmienda aún no estaba vigente porque recién quedaría sancionada el 26 de febrero de 1951 con la ratificación por el Estado de Nevada, conforme a su sistema constitucional.

Mientras Lebensohn seguía hablando, escribió un papelito preguntando a sus correligionarios si había llegado la oportuni dad de irse, haciéndolo correr por las bancas. La contestación tardó unos minutos en llegar, al cabo de los cuales su asesor Rodolfo Carrera pudo comprobar que le habían contestado afirmativamente.

Vencido el plazo que disponía Lebensohn para hacer uso de la palabra, el bloque peronista accedió a concederle una pró rroga (pues trataba de evitar el éxodo opositor). Cuando reci bió el acuerdo de los correligionarios para el retiro comenzó a preparar su discurso en ese sentido, mientras el debate se hacía cada vez más áspero.

Fue entonces cunado dijo: la representación radical desiste de seguir permaneciendo en este debate, que constituye una farsa. Y tras eso los radicales abandonaron el recinto, dejando  que únicamente los peronistas aprobaran la Constitución.

Semanas después la actitud del radicalismo sería respetuosa hacia la Constitución Nacional sancionada en 1949. El propio doctor Ricardo Rojas produjo un memorándum y un discurso durante las deliberaciones de la Convención radical realizadas el 17 de abril de 1949, que sirvieron de base a las decisiones partidarias.

Se autorizaba los legisladores radicales el juramento de la Constitución reformada, aún cuando establecía además: po drán negarse a jurar cuando poseyeran compromisos de conciencia.

El sector "unionista" firmó un despacho disidente, que pro piciaba negarse a jurar la nueva Constitución y abandonar las bancas legislativas. Decía Del Mazo que la palabra "podrán" incluida en el despacho de la mayoría intransigente "trajo la sostenida oposición de la mayoría unionista, porque consecuentemente con su tesis, colocaba a los legisladores de su tendencia en la obligación de abandonar los cargos". 17

Aunque la larga discusión terminó con el quebrantamiento del quórum, a la postre el Comité Nacional (que presidía el doctor Roberto Parry) resolvió conforme al despacho de los intransigentes. 18

De tal manera, los diputados radicales en el Congreso Nacio nal juraron por la Constitución de 1949. En la sesión prepara toria del 26 de abril de ese año el Diario de Sesiones registra el juramento, entre otros, de conocidos dirigentes radicales: Alfredo R. Vítolo, Agustín Rodríguez Araya, Absalón Rojas, Oscar López Serrot, Arturo Frondizi, Francisco Rabanal, Ri cardo Balbín, Arturo Illía. Ese día también juró el único dupu tado conservador, Reynaldo Pastor. Y en la sesión ordinaria del 11 de mayo siguiente, juraron Tomás González Funes, Silvano Santander, Raúl Uranga, Mauricio Yadarola, Miguel Ángel Za vala Ortiz, etc. 19.

En su biografía sobre Frondizi, Celina Szusterman dice: "Cuan do se promulgó la Constitución enmendada, los unionistas se negaron a prestar el juramento de lealtad en tanto los intransigentes si lo hicieron.

No fue así porque Zavala Ortiz y Yadarola, por ejemplo, eran prestigiosos "unionistas" que juraron al igual que intransigen tes tan encumbrados como Balbín, Frondizi e Illía. 

Sin embargo siete años más tarde el bando militar del general Pedro E. Aramburu que abrogó la Constitución de 1949 el 27 de abril de 1957, atribuyó a la representación opositora en la Convención Constituyente haber probado vicios que justificaban esa arbitraria medida. Ese acto ilegítimo fue firmado, entre otros, por el ministro de Economía doctor Eugenio A. Blanco, que era un conocido dirigente radical y años después volvería a ocupar esa cartera con el presidente Arturo Illía.

El gobierno militar había sometido a una Junta Consultiva Nacional aquel criterio. Los representantes de la U.C.R. "in transigentes", doctores Oscar Alende y Oscar López Serrot no estuvieron de acuerdo con la medida de Aramburu; pero sí lo apoyó el "unionista" Miguel Ángel Zavala Ortiz.

Por decreto 3838/57 Aramburu convocó a la reforma parcial de la Constitución de 1853, con las reformas de 1860, 1866 y 1898.

Días después del bando militar abrogatorio, el presidente Aramburu con los ministros militares del interior, había invi tado a los doctores Frondizi y Balbín (que lideraban fraccio nes radicales) a considerar las consecuencias de aquella medi da. Oscar Omar Ferrer (yerno de Balbín) publicó en 1997 las exposiciones de ambos dirigentes en esa oportunidad, en el folleto Ricardo Balbín -El libro que no escribió-, editado en La Plata por la Fundación Casa de Ricardo Balbín. Allí están sus opiniones: "La convención reformadora no puede reunirse, en nuestra opinión, bajo un gobierno de facto (Frondizi); si el país es convocado a Constituyente, nosotros participaremos e iremos a luchar por nuestras ideas (Balbín)".

La decisión del gobierno militar precipitó una polémica en el radicalismo entre quienes la aprobaban y quienes la rechaza ban. Contemporáneamente la U.C.R. se dividió en dos partidos: la U.C.R. del Pueblo (balbinista) y la U.C.R. Intransigente (frondizista). Los primeros eran solidarios con el régimen de facto; los segundos eran críticos y habían iniciado conversacio nes con Perón.

Los "intransigentes" negaron facultades al gobierno militar para convocar a una Convención Constituyente, conforme a una publicación doctrinaria escrita por Julio Oyhanarte. "

Incluso yo, que era un joven dirigente radical presidente del Comité de la Juventud en La Plata, sostuve que el gobierno de facto carecía de facultades para la derogación de las normas constitucionales. 22

Las elecciones efectuadas en 1957 para elegir constituyentes proscribieron al peronismo, por lo que Perón ordenó votar "en blanco", obteniendo 2.115.861 votos; la orden decía: “la tiranía mediante el fraude, busca suprimir la Constitución Justicialista". Fue el criterio ganador. La U.C.R. del Pueblo sacó 2.106.524 votos y la U.C.R. Intransigente 1.847.603 votos.

Perón felicitó al pueblo por el triunfo de los votos "en blan co" y dijo. "Nos queda por ver ahora si quienes lo prometieron, aban donarán la Asamblea Constituyente, como lo hicieron en 1949...Alli sabremos si sus declamaciones preelectorales eran sinceras". 23

Eso suponía ya cierto entendimiento entre Perón y Fron dizi que se materializó al iniciarse la Convención reunida en Santa Fe desde el 30 de agosto al 27 de septiembre de 1957, cuando la bancada radical "intransigente" presidida por Oscar Alende expresó: "no estamos sentados aquí en calidad de cons tituyentes sino como simples ciudadanos que niegan validez a esta Convención Constituyente y niegan validez al mandato de los señores convencionales".
 
Así fue como detrás de Alende abandonaron el recinto figuras del radicalismo, como Federico F. de Monjardín, Aristóbulo Aráoz de Lamadrid, Olegario Becerra, Roberto Etcheparebor da, Celestino Gelsi, Ramón Lascano, Oscar López Serrot, Luis adherían al gobierno Mac Kay, Carlos Sylvestre Begnis y otros, en medio del vocerío y el escándalo de los convencionales que militar, entre los que estaban los radicales como Ignacio Pala cios Hidalgo (que presidió la Convención), Anselmo Marini, Arturo Mathov, Jorge W. Perkins, Juan Carlos Pugliese, Luis María Jaureguiberry y otros, incluso el sabattinista Mario Ro berto que luego también se retiró.

Fondizi diría tiempo después: "desde ese momento (en que los re presentantes de la U.C.R.I. se retiraron) la Convención quedó herida de muerte. La escenografía montada por el gobierno para darle oxígeno a su operativo, con transmisión radial de las sesiones y un vasto operativo de los medios de comunicación resultó, a la postre, un tiro por la culata".

Perón demostró desde el exilio que mantenía fuerza política y electoral. El pacto Perón-Frondizi evidenciaría que podía de cidir en la elección presidencial de 1958, donde este dirigente radical fue electo con el apoyo de aquél.

Con graves problemas de quórum y desprestigiada por pros cripción y el voto "en blanco", aquella Convención aprobó que regiría la Constitución de 1853 con sus reformas, excluyendo la de 1949 y alcanzó a sancionar el "artículo 14 bis", donde el oficialismo coincidió en sintetizar algunas conquistas sociales que sustituían los derechos especiales del trabajador y otros sancionados por la Constitución de 1949.

Pero no pudieron seguir sesionando porque rompieron el ajustado quórum los convencionales conservadores, quienes denunciaron que se pretendía no sólo reincidir en el ensayo tario sino la rehabilitación histórica del gobierno depuesto.

sábado, 2 de abril de 2022

Peña, Miliciades, Historia del Pueblo Argentino, El Estado argentino contra la Nación. El caso del Ferrocarril Oeste, p. 328

"En el año 1857 no había en la Argentina ni un metro de ferrocarriles. Unos cuantos estancieros ricos se asociaron para construir un camino de fierro hasta San José de Flores. Ese fue el origen de los poderosos ferrocarriles que abrazaban la parte más rica, más poblada y de mayor producción de la extensa llanura, que en fertilísimas praderas forma el Oeste y el Norte de la provincia de Buenos Aires. Ese ferrocarril era el chiche, la gloria, el cariño de los porteños. Después del Banco era el Ferrocarril del Oeste. Para los hijos de Buenos Aires esas dos instituciones representaban la patria. Todos los gobernadores tenían a gloria poder decir en su último mensaje: durante mi administración se han construido tantos kilómetros del Ferrocarril del Oeste. Todo ese cuidado, todo ese anhelo se justificaba porque esa vía férrea había llevado la riqueza a la vasta zona que servía; porque era el esfuerzo del argentino; construida por ingenieros argentinos, por brazos argentinos; administrada por argentinos; porque en la línea no se hablaba inglés; porque su tarifa era la más baja de todas; porque tenía una escuela práctica de mecánica para hijos del país, y vastos talleres que mantenían miles de familias; porque sus líneas eran la escuela práctica de sus jóvenes ingenieros; y sobre todo, porque era la administración modelo de todo ferrocarril de la República, tanto por su exactitud proverbial como por la honradez escrupulosa con que se hacía, y a la que no tenían inconveniente en contribuir gratuitamente los hombres más notables". (D'Amico, 256-257).

Pues bien. Máximo Paz, gobernador de la provincia de Buenos Aires por mandato de Roca y Juárez, se propuso entregar el ferrocarril al capital inglés, para mayor beneficio de éste y de su propio bolsillo. Y así lo hizo. El Gobierno de Buenos Aires-mejor dicho, el gobernador y su equipo -percibieron por ese ferrocarril, uno de los más productivos del mundo, tres millones de libras esterlinas, suma ridículamente baja. "Los ferrocarriles de la provincia comenta Carlos D'Amico-se llaman ahora New Western Railway of Buenos Aires. ¿No se parece eso a la sombra de la bandera inglesa flameando, sobre otro pedazo del territorio argentino, con más derechos del que tiene para flamear sobre las Islas Malvinas?" (D'Amico, 265).