Nada más curioso que esos estados intermedios, esa zona intermedia, como
Intentando desmentir, sin éxito, aquello de que quien mucho abarca poco aprieta.
viernes, 23 de julio de 2010
Las neurosis de los hombres celebres en la historia Argentina - Ramos Mejia
viernes, 16 de julio de 2010
La ventana de enfrente (película) - Ferzan Ozpetek
jueves, 15 de julio de 2010
Oceano Mar - Alessandro Baricco
Uno se construye grandes historias, esa es la verdad, y podría seguir creyéndolas durante años, no importa lo absurdas que sean, ni lo inverosímiles, te las llevas contigo y basta. Se es hasta feliz con cosas así. Feliz. Y podría no acabar nunca. Luego, un día, sucede que se rinde algo en el corazón del gran artefacto fantástico, zas, sin razón alguna, se rompe de repente y tu te quedas ahí, sin comprender como es que toda aquella fabulosa historia ya no la llevas encima, sino delante, como si fuera la locura de otro y ese otro fueras tú. Zas. A veces, basta con nada. Incluso una sola pregunta que aflore. Basta con eso.
-Madame Deverià…, ¿cómo haré yo para reconocer a esa mujer, a la mía, cuando la encuentre?
Incluso una sola pregunta elemental que aflore desde las madrigueras subterráneas en las que la habíamos enterrado
-¿Cómo haré para reconocerla cuando la encuentre?
Ya.