martes, 14 de febrero de 2017

Darío Jaramillo Agudelo - Poesía en la Canción Popular Latinoamericana


Este libro es una deuda que tengo que pagar como se pagan las deudas del amor. Una deuda con más de la mitad de los sonidos que he oído en mi vida, inevitablemente, porque estaban en el aire. (Por otro lado, bien lo sé, las deudas con el silencio son impagables.) El detonante de este texto fue la lectura de un ensayo de James Fenton en el número 64 de Diario de Poesía de Buenos Aires que comienza así: “Hace unas décadas, cuando conocí estrechamente a algunos aspirantes a poetas estadounidenses, lo que más me llamó la atención fue que esos poetas -que experimentaban cierta antipatía por cualquier poema que no fuera contemporáneo- tenían una amplitud de gustos en música, y por lo tanto en las letras de esas músicas, que no se relacionaban para nada con sus gustos en poesía. Era como si usaran una parte diferente del cerebro para pensar en el tema de la música. Y lo que es más, era como si en esa parte diferente tuvieran las cosas más claras que en la parte con la que pensaban la poesía. En la parte musical sabían muy bien qué les gustaba y deseaban escuchar, y aún qué deseaban hacer si, por ejemplo, tomaban una guitarra para interpretar una melodía o para componer una canción. Pero en cuanto a la parte poética, sus juicios eran defensivos y tensos; tenían claridad para una cosa y confusión acompañada de cierto nerviosismo para la otra. Se me ocurrió entonces que esos poetas serían más felices si echaran abajo las barreras de su cerebro, si aceptaran que la persona dedicada a estudiar escritura creativa con el propósito de producir poesía era la misma cuyo auto estaba lleno de cintas de música country”.
Más adelante, Fenton señala que hoy en día se escribe poesía mucho más para el ojo que para el oído. El objeto del poeta culto es ser leído en silencio y recogimiento y no se imagina interpretado en voz alta por sí mismo o por otro.
El ensayo de Fenton toma otro rumbo, por demás muy interesante, y no menciona el atajo por donde yo tomé, a saber, que no solo existe esa incongruencia en los gustos, sino que, a pesar de que los malos versos superan a los buenos, en la llamada canción popular latinoamericana del siglo XX existe un corpus de poesía para ver, escrita originalmente para ser oída.

Agustín Lara - En Poesía en la Canción Popular Latinoamericana de Darío Jaramillo Agudelo

Soy ridículamente cursi y me encanta serlo. Porque la mía es una sinceridad que otros rehuyen… ridículamente. Cualquiera que es romántico tiene un fino sentido de lo cursi y no desecharlo es una posición de inteligencia. A lasmujeres les gusta que así sea y no por ellas voy a preferir a los hombres. Pero ser así es, también, una parte de la personalidad artística y no voy a renunciar a ella para ser, como tantos, un hombre duro, un payaso de máscaras hechas, de impasibilidades estudiadas. Vibro con lo que es tenso y si mi emoción no la puedo traducir más que en el barroco lenguaje de lo cursi, de ello no me avergüenzo, lo repito, porque soy bien intencionado.