lunes, 31 de julio de 2023

Freitas, Angélica, Mujer Deprisa, en "Un útero es del tamaño de un puño".


vamos, compañero
vamos que estoy apurada, compañero 
el mundo está cambiando, compañero
y vos ahí encerrado en el baño
todo el día, qué pasa, compañero
no te dará miedo el cambio, compañero
si ya sabias que este día, compañero
venia llegando y ahora se te da por meterte
en el baño una hora, compañero
así no hay revolución que aguante, compañero un dolor de panza te lo entendería, compañero pero es tarde, es ahora, hay que apurarse salgamos, la historia no espera, compañero por fin estás tirando la cadena, compañero
es el amanecer de una nueva era, compañero dale, limpiate, lavate las manos y vayamos todos
juntos de la mano, viva la revolución, compañero

miércoles, 5 de julio de 2023

E. Kreplak, M. Kreplak, Ejes de un uso racional del diagnóstico por imágenes, en Integrado, aportes para la discusión de un nuevo sistema integrado de salud en Argentina

Las posibilidades tecnológicas se fueron ampliando con el conocimiento del uso de los rayos X y con ellas también su utilidad. Por ejemplo, entre otras innovaciones, se creó la pantalla radioscópica; más tarde el intensificador de imágenes que posi- bilita que una imagen radiación x, visible en una sala oscurecida, se convierta en una imagen visible sobre la pantalla de salida con una iluminación normal. Luego, la arteriografía-precursora de la hemodinamia- y otras técnicas para el estudio del aparato digestivo, el renal, el ginecológico, entre otros.

En este sentido, vale aclarar que toda innovación entraña posibles mejoras y, a su vez, potenciales peligros. Por lo tanto, el principio precautorio de la bioética y el cálculo de riesgos deben estar siempre presentes.

La posibilidad de volver el cuerpo "transparente" o de darle luminosidad hizo que artistas de circo bailaran delante de panta- llas fluoroscópicas o que trabajadoras de la industria relojera pintaran con Radio las horas y las agujas de los relojes para que se vieran en la oscuridad. Pronto el divertimento se convirtió en una calamidad para esos cuerpos.
En ese entonces también los círculos médicos comenzaron a demostrar el temor a ser reemplazados por estas innovaciones. En un artículo anónimo aparecido el 20 de febrero de 1896 en La Semana Médica (periódico de Buenos Aires dirigido a la comunidad médica) su redactor se lamenta por la futura desapa- rición de los médicos a causa de la máquina de rayos X.

[sucederá que]...la solemne supremacía científica del médico, único sabedor de lo que pasa en las entrañas de su prójimo enfermo, único capaz de descifrar las sentencias del destino inexorables: todo esto declinará en potencia, en valor, en importancia; y perderá para muchos la medicina, su cierto dejo de ciencia misteriosa y cabalística que hace de sus adeptos entes capaces de leer en el libro de la vida futura, y de ver claro en el tenebroso laberinto de la patología. (Quereillac: ib.)

lunes, 3 de julio de 2023

Merklen, Denis, “Bibliotecas en llamas, cuando las clases populares cuestionan la sociología y la política”, Ediciones UNGS, Buenos Aires, 2016

 

La individuación contemporánea contiene aspectos positivos por los cuales los individuos conquistan márgenes ampliados de independencia, hasta de autonomía, pero también contiene otros negativos por los cuales los individuos ven achicarse sus márgenes de acción. Más precisamente, esas formas de individuación negativa no se distribuyen de manera homogénea sobre el conjunto del cuerpo social. Aquejados por la desregulación del mercado de trabajo, por el debilitamiento de las inscripciones colectivas y por la pérdida de eficacia de las protecciones sociales, los sectores populares padecen tanto las exhortaciones a la individuación que los responsabilizan de lo que les ocurre como los cantos de sirena que les proponen más autonomía y movilidad cuando están desprovistos de los recursos necesarios para aprovecharlas.

 

La caracterización de la coyuntura actual, que se abre en los años ochenta, es, por lo tanto, compleja. No es posible seguir sin tropiezos a quienes afirman que la modernidad del siglo xxi iría más en favor del individualismo de lo que fue la modernidad del siglo xx. Pensar así no solo sería contrafáctico desde el punto de vista histórico, sino que conduciría incluso a evaluar superficialmente las consecuencias de esas nuevas dinámicas de individuación sobre quienes las padecen. Mirar las dinámicas contemporáneas de individuación obliga a detenerse un momento en los procesos de individuación precedentes, propios del siglo xx y que habían llamado la atención de la sociología norteamericana y europea, sobre todo a partir de los años cincuenta. En efecto, de los trabajos de Daniel Bell y David Riesman a los de la escuela de Fráncfort o a las numerosas contribuciones de la sociología francesa, los años sesenta y setenta dieron lugar a la observación de las consecuencias de un "nuevo individualismo" del que nos hablaba entonces la sociología. Dinámicas tales como el consumo masivo, la consolidación de los massmedia y de las industrias culturales, la progresiva democratización de la escuela, la entrada de las mujeres en el mercado de trabajo y su "liberación", la reducción del tiempo de trabajo y la consolidación de las protecciones sociales y del asalariado fueron aso ciadas a un desarrollo hasta entonces sin precedentes del individualismo. Desde este punto de vista, puede decirse que el siglo xx fue el siglo de la realización del individualismo, el que terminó por reinstalar en la tierra la realidad del individualismo tras una larga marcha secular, para hablar como Louis Dumont, o la realización de una verdadera "sociedad de los individuos", como decía Norbert Elias. ¿En qué medida el individualismo del comienzo de nuestro siglo xxi es tributario, o por el contrario se opone de aquel que la sociología caracterizó durante los años cincuenta y setenta? Es una cuestión que no se puede pasar por alto si se quiere dar un poco de consistencia histórica a la descripción de los desafíos del individualismo contemporáneo. Hay quizá dos concepciones del individualismo compro metidas en un combate que estructura la coyuntura actual. La que hoy do mina remite a una concepción bastante clásica (en el sentido del siglo XVIII) del individualismo como liberación de las coerciones sociales. Ahora bien, las descripciones del individualismo que dominaron la sociología entre los años cincuenta y setenta parecen remitir más a una conceptualización de tipo durkheimiana o marxista sobre las condiciones sociales necesarias para la emergencia del individualismo. Estas visiones, que entonces podrían haberse tildado de "moralistas"-a tal punto condenaban el desarrollo del individualismo después de la Segunda Guerra Mundial-hoy se encuentran prácticamente olvidadas. Las referencias a autores como Marcuse, Adorno y Horkheimer, Louis Althusser o David Riesman son poco numerosas en la actualidad y se tiene la impresión de que sus obras ya no forman parte de los cursos universitarios. La crítica social cambió de campo.


La modernización en curso se apoya desde los años ochenta en una concepción liberal del individuo. Es decir que la libertad es esencialmente presentada en su forma negativa, en el modelo de un aflojamiento de las coerciones, de un relajamiento de las ataduras sociales, ya que el objetivo d todo proceso de individuación es "liberar" al individuo. Se piensa al individuo en conflicto y hasta en oposición con la sociedad y esta es identificada con el Estado, con lo que oprime al individuo impidiéndole desarrollarse en libertad. Desde este punto de vista, todo llamado al colectivo es mirado con escepticismo. Pero ¿están los individuos que pueblan el universo de los sectores populares en situación de actuar en el mundo más allá de toda inscripción colectiva?

 

Las concepciones liberales del individuo no pueden pensar la libertad como el resultado de un lazo social o de una acción colectiva. Por ejemplo, como el resultado de un actuar juntos, tal como Hannah Arendt concibe la acción política. La concepción liberal no puede concebir lo social como una posibilidad para el individuo, sino que piensa la sociedad como una coerción, en las limitaciones (ciertamente, a veces inevitables) que el otro impone a la libertad individual. Es la razón por la cual, así concebida. la libertad individual aumenta a medida que el individuo hace retroceder la coerción social. Algo de ese individualismo que concibe los lazos sociales de manera negativa, como coerciones, emerge cada vez que una institución actúa en el sentido de ayudar a los individuos a "salir adelante" (s'en sortir), vale decir, a desocializarse de su grupo de semejantes. Esta dimensión desocializadora es particularmente fuerte en los discursos sobre el papel de la biblioteca de barrio en la actualidad en Francia; por ejemplo, el libro de Michel Petit De la bibliothèque au droit de cité muestra que las experiencias más logradas de las bibliotecas en los barrios populares son aquellas que contribuyeron a que los individuos abandonaran su medio social. Es por ello que, no sin razón, algunos grupos pueden percibir esta institución como una amenaza: los que ven cómo, a través de ella, algunos de sus miembros escapan del grupo.

 

Las concepciones liberales de la individuación tienden también a negar que los individuos son desiguales tanto en sus condiciones efectivas de individuación como en sus aspiraciones a la individuación. En consecuencia, ¿de qué tiene necesidad cada individuo para poder aumentar a la vez sus márgenes de independencia y sus posibilidades de acción? Es una pregunta cuya respuesta se declina socialmente según clases de individuos y no a partir de los deseos abstractos de cada persona. En efecto, puede decirse que hay individuos e individuos. Unos, por cierto, se liberarán con menos Estado (los que disponen de capitales suficientes o de soportes sólidos para asentar sobre ellos su independencia social), mientras que otros saldrán perdedores, es decir, con sus márgenes de libertad reducidos, cada vez que la "reducción" del Estado se traduzca en una disminución de las protecciones sociales o en una sumisión sin mediaciones a los avatares del mercado. La ofensiva entablada en estos últimos años contra el Estado, presentado como fuente de todas las coerciones, las rigideces y las trabas, es tan masiva que las críticas del Estado como forma de "control social" se ven completamente desplazadas. La crítica del Estado como máquina de control social cambió de lado, por así decirlo. Mientras antes venía de los márgenes y de abajo, como una reivindicación de la autonomía individual por los débiles, y se asociaba a una crítica del capitalismo en su forma monopolista, hoy parece venir de arriba y servir al punto de vista de las formas más concentradas de capital financiero, que buscan la abolición de prácticamente todas las formas de regulación.

 

No obstante, algo de ese orden se ve cuando observamos las producciones culturales de esos segmentos de los sectores populares. Libros, canciones y otros productos culturales permiten ver una reivindicación del individualismo "también para nosotros", pero parecen profundamente preocupados por la producción de un "nosotros", el suburbio, los jóvenes, los barrios, los negros, los árabes, aquellos que deben abandonar la escuela demasiado pronto, aquellos que están en conflicto permanente con las fuer- zas del orden, etcétera. Hay aquí todo un esfuerzo de resignificación de lo real y de producción de colectivos. Y todo parece indicar que ese esfuerzo de los sectores populares para dotarse de un punto de vista, para organizar colectivamente su experiencia de lo social y para ubicarse en el seno de la sociedad constituye una de las dinámicas mayores en cuyo seno debemos inscribir los incendios de las bibliotecas. Esos esfuerzos en la formación de una fuerza social luchan, tal vez sin saberlo, contra las dinámicas de individuación que trabajan día a día los sectores populares.