Las posibilidades tecnológicas se fueron ampliando con el conocimiento del uso de los rayos X y con ellas también su utilidad. Por ejemplo, entre otras innovaciones, se creó la pantalla radioscópica; más tarde el intensificador de imágenes que posi- bilita que una imagen radiación x, visible en una sala oscurecida, se convierta en una imagen visible sobre la pantalla de salida con una iluminación normal. Luego, la arteriografía-precursora de la hemodinamia- y otras técnicas para el estudio del aparato digestivo, el renal, el ginecológico, entre otros.
En este sentido, vale aclarar que toda innovación entraña posibles mejoras y, a su vez, potenciales peligros. Por lo tanto, el principio precautorio de la bioética y el cálculo de riesgos deben estar siempre presentes.
La posibilidad de volver el cuerpo "transparente" o de darle luminosidad hizo que artistas de circo bailaran delante de panta- llas fluoroscópicas o que trabajadoras de la industria relojera pintaran con Radio las horas y las agujas de los relojes para que se vieran en la oscuridad. Pronto el divertimento se convirtió en una calamidad para esos cuerpos.
En ese entonces también los círculos médicos comenzaron a demostrar el temor a ser reemplazados por estas innovaciones. En un artículo anónimo aparecido el 20 de febrero de 1896 en La Semana Médica (periódico de Buenos Aires dirigido a la comunidad médica) su redactor se lamenta por la futura desapa- rición de los médicos a causa de la máquina de rayos X.
[sucederá que]...la solemne supremacía científica del médico, único sabedor de lo que pasa en las entrañas de su prójimo enfermo, único capaz de descifrar las sentencias del destino inexorables: todo esto declinará en potencia, en valor, en importancia; y perderá para muchos la medicina, su cierto dejo de ciencia misteriosa y cabalística que hace de sus adeptos entes capaces de leer en el libro de la vida futura, y de ver claro en el tenebroso laberinto de la patología. (Quereillac: ib.)
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