La “memoria analógica”, que así se llama el documento, representa una transición de las antiguas y las nuevas modalidades del comercio y las categorías éticas que le envolvían.
Comenzaba el autor (Domingo Díaz de Salcedo Muñoz, escrito en 1806) por afirmar que “los sentimientos del hombre parece no ha de limitarse al cristianismo, sino que a proporción de sus fuerzas y facultades intelectuales han de emplearse también políticamente en lo que haya relación con el proficuo de sus prójimos y beneficio especial de los compatriotas”
En otras palabras Díaz de Salcedo quería decir que no bastaba con la concepción religiosa de la economía, sino que también, había que buscar las ventajas materiales para
Más adelante distinguía entre usura buena y usura mala y reafirmaba “que nuestro redentor no prohibió en sus doctrinas santas las usuras justas o intereses provenientes de contratos entre hombres libres, que procuran con justicia adquirir para la subsistencia y adelantamiento, en beneficio de las familias, con el auxilio de sus capitales o de la industria, o de uno y otro, dando unos dinero, recibiéndolo otros, bajo de honestas estipulaciones, que son como eje de las grandes, medianas y pequeñas necesidades, las cuales mantienen la actividad continuada de la sociedad, sin cuyo perenne movimiento florecería la inercia perezosa, madre de todos los vicios.”