miércoles, 29 de junio de 2022

Bard Borche, Muchelsen, “Signos de Civilización, Cómo la puntuación cambió la historia”

 

Escribir es comunicar y, como tantas otras, la palabra "comunicación" tiene su origen en el latín: comunicare. La etimología del término tiene que ver con comunidad, comprensión y conexiones. Si queremos comunicar bien cuando escribimos, no podemos ceñirnos a reglas individuales sobre cómo escribir, construir oraciones o puntuar. En otras palabras, aún es necesario sostener algunas reglas básicas comunes para puntuación. Cuantas más pautas comunes compartamos en el acto de comunicar, mejor nos entenderemos.

(…)

Los códigos comunes del lenguaje fueron sin dudas una de las mayores fuerzas impulsoras detrás de los gran des avances que tuvieron lugar en Europa hace quinientos años, y el sistema de puntuación común una de sus bases fundamentales. En Det kreative samfund [La sociedad creativa], Lars Tvede escribió que ese código común apli cado al lenguaje representa una condición indispensable para Occidente si sigue aspirando al ideal de dinamismo y creatividad cultural.

En su monumental obra sobre la historia y el poder de la escritura, el historiador francés Henri-Jean Martin sostiene la idea de que la gramática es la madre de todas las disciplinas creativas y que la lógica hizo posible dar forma a las reglas de la escritura. Ernest Hemingway también se encuentra entre los defensores de la puntuación convencional:

Mi actitud hacia la puntuación es que debería ser tan convencional como sea posible. [...] Deberías poder demostrar que podés hacerlo mucho mejor que nadie con las herramientas habituales antes de introducir tus propias mejoras.

¿Pero no fue Hemingway uno de los escritores más destacados del siglo pasado? Lo fue, sí, pero sin embargo seguía creyendo que debía haber buenas razones para desviarse de los principios y reglas que se aplican a la puntuación, es decir, tenía exactamente la posición que Pablo Picasso, cuyo principio creativo era: "Aprende las reglas como un profesional, para poder romperlas como un artista"

Hoy decimos que debemos romper los límites para poder avanzar. Puede que sea así, pero también es posible afirmar que, en lo que respecta a la puntuación, llevamos dos mil años reflexionando dentro de determinado marco; si desconocemos lo que este implica, la mayoría de nosotros nos moveremos en un terreno inestable al tener que comenzar a insertar signos de puntuación a discreción de acuerdo con nuestro propio criterio.

Sí, Picasso rompió las reglas, pero antes había aprendido a fondo su oficio. Lionel Messi hace cosas antinaturales con la pelota, pero para llegar a eso también practicó ejercicios sencillos y básicos miles de veces. El ajedrecista Magnus Carlsen a veces elige movimientos que parecen ir más allá de toda razón, contradiciendo incluso lo que recomiendan los libros, pero él también aprendió ajedrez alguna vez desde sus reglas básicas. Cuanto mejor conozcamos los principios, las reglas básicas, la configuración que la computadora llama "predeterminada", más favorable será la posición en la que nos encontraremos para que los signos de puntuación contribuyan a darle una calidad especial a nuestro texto.

Theodor W. Adorno (1903-1969) fue un filósofo alemán, musicólogo y agudo sociólogo que criticaba sin piedad la injerencia de las autoridades y otras instituciones de poder. Por lo tanto, nadie se habría escandalizado si él hubiese roto en mil pedazos las reglas de puntuación y las hubiese enviado al eterno coto de caza del lenguaje. Pero no lo hizo. Por el contrario, en un famoso artículo de 1956, Adorno trazó un hermoso paralelo entre música y puntuación:

No hay en el lenguaje elemento alguno que se parezca más a la música que los signos de puntuación. La coma y el punto corresponden a la cadencia media y la cadencia auténtica. Los signos de exclamación son como latidos silenciosos de platillos; los signos de interrogación operan como preludios optimistas; los dos puntos como acordes de séptima dominantes; y solo quien puede percibir el peso diferente de los fraseos fuertes y débiles en la forma musical, puede realmente advertir la distinción entre una coma y el punto y coma.

Incluso hasta el músico Adorno acaba también concluir que por las reglas pueden ser un punto de partida fructífero para la puntuación, como un eco contra el cual podemos probar nuestras elecciones:

Uno puede sentir la diferencia entre una voluntad subjetiva que rompe brutalmente las reglas y una delicada sensibilidad que permite que las reglas resuenen como un eco de fondo, incluso cuando se las aparta.

Dicho de otro modo y claramente: tenemos que conocer las reglas si pretendemos romperlas, y también debemos contar con una razón válida para ello.

domingo, 19 de junio de 2022

Aldo Manuzio - Día Mundial del Punto y Coma - en BÅRD BORCH MICHALSEN, Signos de Civilización, cómo la puntuación cambio la historia, pp. 48-49.

 "...el lema con que Aldo Manuzio definió la identidad de su proyecto editorial: Festina lente. La figura que ilustraba esta con signa estaba simbolizada por un ancla y un delfín: la es tabilidad y la fuerza del ancla, y la velocidad del delfín. (BÅRD BORCH MICHALSEN, Signos de Civilización, cómo la puntuación cambio la historia, p.50)



La idea, en verdad, no tenía nada de pequeña... ¡era una genialidad! En realidad, ni siquiera se trataba de una idea, sino de muchas con las  que Manuzio estuvo lidiando durante bastante tiempo:

En 1495, estableció cómo la coma y el punto debían imprimirse, y también resolvió una serie de reglas gramaticales para la puntuación moderna. ¡Mejor comunicación!

Desarrolló el estilo en cursiva y una novedosa fuente que aún hoy es la de uso más corriente: Times New Roman. Ambas innovaciones estaban inspiradas en inscripciones de la época romana y decoraciones propias de la antigua arquitectura: la estética era fundamental para muchos de los intereses de Manuzio. Para dotar las letras de proporciones perfectas, contó con la ayuda del monje, economista y matemático Luca Pacioli.

Mando a hacer una tinta que fuera capaz de soportar la luz del sol, y la utilizó en el mejor papel disponible en aquel momento.

Reeditó las obras de la Antigüedad de una manera más simple, que las hizo accesibles a un público más amplio, tanto en los originales latín o griego, como traducidas al italiano. También se encargó de presentar obras más recientes que representaban la literatura de sus contemporáneos.

En 1501, publicó las obras del poeta romano Virgilio (70-19 a. C.) en formato miniatura, y al año siguiente repitió la misma fórmula con la obra cumbre de la literatura italiana, La Divina Comedia de Dante Alighieri (1265-1321). Sin saberlo, Manuzio había inventado el libro de bolsillo. Este formato ganó rápida popularidad entre los viajeros de negocios, diplomáticos, oficiales militares y otros que requerían de libros con un formato práctico para su tiempo libre. Ahora podían dedicarse a la lectura en el tiempo de espera entre dos reuniones o bien durante los largos trasiegos entre asignaciones aquí y allá.

Los libros de Manuzio también resultaron innovadores a partir de la utilización de texto a dos columnas, tablas de contenidos y paginación, todos elementos inéditos hasta ese momento. Estas novedades se tradujeron en resultados altamente rentables: su edición del Cancionero  de Francesco Petrarca alcanzó una tirada de 100.000 ejemplares.
No se sabe con exactitud cuál fue el año de nacimiento de Aldo, pero sí que murió en 1515. Ocurrió el 16 de abril de ese año, y desde entonces se recuerda la efeméride como el Día Mundial del Punto y Coma. ¡Hagan una cruz en su calendario!