II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
Problemas de Demografía en América Latina
8. La cuestión demográfica, reviste en nuestro continente una complejidad y delicadeza peculiares: es cierto que existe, hablando en general, un rápido crecimiento de la población, debido menos a los nacimientos que al bajo índice de mortalidad infantil, a la vez que creciente índice de longevidad; pero es cierto, también, que la mayoría de nuestros países adolece de subpoblación y necesita aumento demográfico hasta como factor de desarrollo; también es cierto que las condiciones socio-económicas-culturales, excesivamente bajas, se muestran adversas a un crecimiento demográfico pronunciado.
9. “Como pastores, sensibles a los problemas de nuestra gente, haciendo nuestros sus dolores y angustias, juzgamos necesarios enunciar algunos puntos fundamentales sobre esta materia. Todo enfoque unilateral, como toda solución simplista respecto de estos problemas, son incompletos y por lo tanto equivocados. Aparece como particularmente dañosa la adopción de una política demográfica antinatalista que tienda a suplantar, sustituir o relegar al olvido una política de desarrollo, más exigente, pero la única aceptable. “Trátase en efecto, no de suprimir los comensales, sino de multiplicar el pan”[1].
11. La aplicación de la encíclica, en la parte que se refiere a la ética conyugal, como reconoce el mismo Papa, “aparecerá fácilmente a los ojos de muchos difícil y hasta imposible en la práctica”.[2] Conscientes de esas dificultades de todos nuestros hijos, y empeñados en ofrecer nuestro apoyo a todos indistintamente, pero de modo particular a aquellos que escuchan la palabra del Papa y tratan de vivir el ideal que ella propone, indicamos seguir los siguientes puntos:
a) La enseñanza del magisterio en la Encíclica es clara e inequívoca sobre la exclusión de medios artificiales para hacer voluntariamente infecundo el acto conyugal;
b) Pero el mismo Santo Padre reafirmó, al inaugurar la segunda conferencia General del Episcopado Latinoamericano: “esta norma no constituye una ciega carrera hacia la superpoblación; ni disminuye la responsabilidad ni la libertad de los cónyuges, a quienes no prohíbe una honesta y razonable limitación de la natalidad, ni impide las terapéuticas legítimas ni el progreso de las investigaciones científicas”[3]