sábado, 26 de noviembre de 2022

Borges, Jorge Luis, El Tango, Cuatro Conferencias, Segunda Conferencia: de compadritos y guapos, PP. 53-54

Y recuerdo aquí un pasaje de una saga escandinava, que nos viene de la Edad Media, nos viene de un país muy lejano, en la cual les preguntan a unos hombres si ellos creen en Odín o en el Cristo blanco, el Cristo que acababa de llegar a las regiones boreales desde las tierras del Mediterráneo. Y entonces uno de los hombres contesta: "Creemos -o creo- en el coraje". El coraje era su Dios, más allá de la antigua mitología pagana o de la nueva fe cristiana. Y el guapo tenía también este ideal. En el Martin Fierro leemos: "Amigazo, pa' sufrir han nacido los varones".38 Y Adolfo Bioy Casares me contó el caso de un peón de estancia, a quien tenían que hacerle una operación inmediata, de urgencia, y muy dolorosa. Le explicaron que iba a sentir mucho dolor, hasta le ofrecieron un pañuelo para que él lo mordiera mientras estaban operándolo, y entonces este hombre dijo, sin saber que estaba diciendo una frase digna de los estoicos, una frase digna de Séneca: "Del dolor me encargo yo". Y sufrió la operación sin que se notara ningún cambio en su cara. Es decir, se había propuesto ser valiente y logró serlo.

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Borges, Jorge Luis, El Tango, Cuatro Conferencias, Primera Conferencia: Los orígenes del tango, por. 40-41

Es decir, dos hombres. Y un tío mío, marino, calavera en su juventud, dice que él fue con un grupo de cadetes a un famoso conventillo de la época, llamado, significativamente, "Los cuatro vientos", en la calle Las Heras"Los cuatro vientos" ya sugiere grandes patios, grandes patios con muchas ventolinas, como dice Silvina Ocampo en un admirable poema sobre Buenos Aires. Y que ahí uno de ellos quiso bailar con cortes y la gente del conventillo, la gente humilde del conventillo lo echó. Es decir, contrariamente a esa suerte de novela sentimental que han hecho los films, el pueblo no inventa el tango, el pueblo no impone el tango a la gente bien. Ocurre exactamente lo contrario: el tango tiene esa raíz infame que hemos visto. Y luego los niños bien, patoteros, que eran gente de armas llevar, o de puños llevar, porque fueron los primeros boxeadores del país, lo llevaron a París. Y cuando el baile fue aprobado y adecentado en París, enton- ces, el barrio Norte, digamos, lo impuso a la ciudad de Buenos Aires, que ahora lo acepta, y es una suerte que haya ocurrido así.