sábado, 30 de diciembre de 2017

Los sueños que no te dejan dormir - Alejandro Dolina , Crónica del Ángel Gris - Slavoj Zizek, El sublime objeto de la Ideología


Crónica del Ángel Gris


Hay sueños agujereados de despertares. Hay sueños sin sueños que son como una larga cinta negra. Y sueños usados para los que siempre sueñan lo mismo.
Sueños frescos, sueños maduros. El Ángel tiene sueños buenos y malos. Tiene uno tan terrible que si uno no despierta a tiempo, se muere. Tiene otro que dura cinco días y cinco noches. Y tiene un sueño tan corto como un suspiro: quien lo sueña, sueña que suspira.


El sublime objeto de la ideología


Un padre asistió noche y día a su hijo mortalmente enfermo. Fallecido el niño, se retira a una habitación vecina con el propósito de descansar, pero dejó la puesta abierta a fin de poder ver desde su dormitorio la habitación donde yacía el cuerpo de su hijo, rodeado de velones. Un anciano a quien se le encargó montar vigilancia se sentó próximo al cadáver, murmurando oraciones. Luego de dormir algunas horas, el padre sueña que su hijo está de pie junto a su cama, le toma el brazo y le susurra este reproche: “Padre, ¿entonces no ves que me abraso?” Despierta, observa un fuerte resplandor que viene de la habitación vecina, se precipita hasta allí y encuentra al anciano guardián adormecido, y la mortaja y un brazo del cadáver querido quemados por una vela que le había caído encima encendida (Freud, 1977, p. 652).
La interpretación usual de este sueño se basa en la tesis de que una de las funciones del sueño es permitir al que sueña prolongar el dormir. El soñante queda de repente expuesto a una irritación exterior, a un estimulo que proviene de la realidad (el sonido de un despertador, golpes en la puerta, o, en este caso, el olor a humo), y para prolongar su dormir, rápidamente, allí mismo, construye un sueño: una pequeña escena, historia breve, que incluye a ese elemento irritante. No obstante, la irritación externa pronto llega a ser demasiado intensa y el sujeto despierta.
La lectura lacaniana es directamente la opuesta a ésta. El sujeto no despierta cuando la irritación externa llega a ser demasiado intensa; la lógica de su despertar es bastante diferente. Primero, construye un sueño, una historia que le permite prolongar su dormir, para evitar despertar a la realidad. Pero lo que encuentra en el sueño, la realidad de su deseo, el real lacaniano -en nuestro caso, la realidad del reproche del niño a su padre: “¿No ves que ardo?”, implicando la culpa fundamental del padre- más aterrador que la llamada realidad externa, y ésta es la razón de que despierte: para eludir el Real de su deseo, que se anuncia en el sueño aterrador. Huye a la llamada realidad para poder continuar durmiendo, para mantener su ceguera, para eludir despertar a lo real de su deseo. Podríamos parafrasear aquí el viejo lema “hippy” de los años sesenta: la realidad es para aquellos que no pueden soportar el sueño. La “realidad” es una construcción de la fantasía que nos permite enmascarar lo Real de nuestro deseo (Lacan, 1979, capítulos 5 y 6)

Entrevista a Astor Piazzola - Alemania 1986


Lo más difícil para uno mismo es hablar de uno mismo. Yo, lo único que puedo decir, es que no soy lo que es mi música. Mi música es muy melancólica, puede ser triste, puede ser violenta, puede ser hasta religiosa y yo no soy así. Yo soy una persona sumamente divertida, me gusta mucho la vida, me gusta mucho el deporte, me gusta… soy un bon vivant, como dicen los franceses. Me gusta mucho comer bien, me gusta la buena comida, o sea, soy anti-tango en la vida. Soy anti-noche, el tango es la noche: no me gusta la noche a mí, me gusta el día, me gusta la mañana, me gusta el mar, me gusta la naturaleza, me gustan las flores, los bosques, todo aquello que no tiene nada que ver.
Para mí el tango es un sinónimo, como dijiste hace muy poco, de…. El tango es el cabaret, el ladrón, el policía, es la prostitución, es el gigoló, es la droga, es todo lo que es torcido en esta vida es lo que fue realmente el tango. El tango, no olvidemos, nació en los prostíbulos de Buenos Aires, y sigue siendo prostibulario el Tango. Yo lo siento, mismo Borges cuando habla siempre mezcla el tango con los prostíbulos. Estoy totalmente de acuerdo con él, porque el tango tiene esa cosa, así de “underworld” de bajo mundo, de bajofondo y lo tendrá siempre.

Jorge Luis Borges - Pierre Menard, el autor del Quijote


No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Una doctrina filosófica es al principio una descripción verosímil del universo; giran los años y es un mero capítulo –cuando no un párrafo o un nombre– de la historia de la filosofía. En la literatura, esa caducidad es aún más notoria. El Quijote –me dijo Menard– fue ante todo un libro agradable; ahora es una ocasión de brindis patriótico, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo. La gloria es una incomprensión y quizá la peor.

Raúl Scalabrini Ortiz - Historia de los Ferrocarriles Argentinos



Ferrocarril del Oeste a Chivilcoy, enteramente construido con recursos nacionales

A pesar de ser notoriamente más bajas que las vigentes en los ferrocarriles ingleses, el directorio del Ferrocarril Oeste decide rebajar (las tarifas) en un 25% demostrando así su preocupación por el bienestar general. Es natural que esa rebaja tan considerable disminuya los rendimientos, que descienden al 7,06 % en 1867 y al 5,02 % en 1868. Pero el beneficio que deja de percibir el ferrocarril es un nuevo estímulo para la región que está bajo su jurisdicción económica.
Las ganancias netas durante estos dos años son:
                En 1867 una ganancia neta de……………….. $ m/c 5.823.230
                En 1868 una ganancia neta de….……………. $ m/c 5.351.425
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El 17 de setiembre de 1866 las vías del Oeste han llegado a Chivilcoy a 159 kilómetros de Buenos Aires, sin que hasta ese momento haya sido preciso recurrir para nada al crédito extranjero. Con orgullo, la Comisión Administrativa hace erigir en ese lugar un pequeño monumento en cuyo plinto se graba esta leyenda: “Ferrocarril del Oeste a Chivilcoy, enteramente construido con recursos nacionales.”

Juan José Saer – La tardecita


Existe siempre durante el acto de leer un momento, intenso y plácido a la vez, en el que la lectura se trasciende a sí misma, y en el que, por distintos caminos, el lector, descubriéndose en lo que lee, abandona el libro y se queda absorto en la parte ignorada de su propio ser que la lectura le ha revelado: desde cualquier punto, próximo o remoto, del tiempo o del espacio, lo escrito llega para avivar la llamita oculta de algo que, sin él saberlo, tal vez, ardía ya en el lector.

martes, 14 de febrero de 2017

Darío Jaramillo Agudelo - Poesía en la Canción Popular Latinoamericana


Este libro es una deuda que tengo que pagar como se pagan las deudas del amor. Una deuda con más de la mitad de los sonidos que he oído en mi vida, inevitablemente, porque estaban en el aire. (Por otro lado, bien lo sé, las deudas con el silencio son impagables.) El detonante de este texto fue la lectura de un ensayo de James Fenton en el número 64 de Diario de Poesía de Buenos Aires que comienza así: “Hace unas décadas, cuando conocí estrechamente a algunos aspirantes a poetas estadounidenses, lo que más me llamó la atención fue que esos poetas -que experimentaban cierta antipatía por cualquier poema que no fuera contemporáneo- tenían una amplitud de gustos en música, y por lo tanto en las letras de esas músicas, que no se relacionaban para nada con sus gustos en poesía. Era como si usaran una parte diferente del cerebro para pensar en el tema de la música. Y lo que es más, era como si en esa parte diferente tuvieran las cosas más claras que en la parte con la que pensaban la poesía. En la parte musical sabían muy bien qué les gustaba y deseaban escuchar, y aún qué deseaban hacer si, por ejemplo, tomaban una guitarra para interpretar una melodía o para componer una canción. Pero en cuanto a la parte poética, sus juicios eran defensivos y tensos; tenían claridad para una cosa y confusión acompañada de cierto nerviosismo para la otra. Se me ocurrió entonces que esos poetas serían más felices si echaran abajo las barreras de su cerebro, si aceptaran que la persona dedicada a estudiar escritura creativa con el propósito de producir poesía era la misma cuyo auto estaba lleno de cintas de música country”.
Más adelante, Fenton señala que hoy en día se escribe poesía mucho más para el ojo que para el oído. El objeto del poeta culto es ser leído en silencio y recogimiento y no se imagina interpretado en voz alta por sí mismo o por otro.
El ensayo de Fenton toma otro rumbo, por demás muy interesante, y no menciona el atajo por donde yo tomé, a saber, que no solo existe esa incongruencia en los gustos, sino que, a pesar de que los malos versos superan a los buenos, en la llamada canción popular latinoamericana del siglo XX existe un corpus de poesía para ver, escrita originalmente para ser oída.

Agustín Lara - En Poesía en la Canción Popular Latinoamericana de Darío Jaramillo Agudelo

Soy ridículamente cursi y me encanta serlo. Porque la mía es una sinceridad que otros rehuyen… ridículamente. Cualquiera que es romántico tiene un fino sentido de lo cursi y no desecharlo es una posición de inteligencia. A lasmujeres les gusta que así sea y no por ellas voy a preferir a los hombres. Pero ser así es, también, una parte de la personalidad artística y no voy a renunciar a ella para ser, como tantos, un hombre duro, un payaso de máscaras hechas, de impasibilidades estudiadas. Vibro con lo que es tenso y si mi emoción no la puedo traducir más que en el barroco lenguaje de lo cursi, de ello no me avergüenzo, lo repito, porque soy bien intencionado.