domingo, 16 de mayo de 2021

Las malas - Camila Sos Villada

Desde su sillón, con El Brillo en brazos Encarna lloraba. «Yo también te parí», parecía susurrarle a su
cachorro, «pero por un camino de ramas y de sangre. Yo también grité de dolor cuando te traje al mundo. Detenida frente a la muerte, troqué mi memoria por tu felicidad, mi salud por la tuya. Y los dioses escucharon, y me dijeron que eras mío. Y te tomé en mis brazos y te amamanté con ese río aceitoso que me brotaba del pecho, y el mar llegó hasta la ciudad y trajo consigo peces nunca vistos que cantaban para tu sueño canciones saladas como lágrimas, y la luna bajó muy cerca y yo agradecí al viento porque lo sentía en tu rostro, y agradecí a la arena porque era el patio de nuestra casa, y también estuvieron las reinas magas con sus regalos de morondanga, asustadas, con los dientes cantando de miedo en la boca. Viniste al mundo por un pasillo de sangre de hielo, el aliento se hacía nieve en el aire, y vos, rey del invierno, ahí donde van a morir todas las cosas, hiciste renacer mi carne que estaba muerta completa mente como un puñado de hierba seca. Tu nacimiento o es menos que este. Y yo no soy menos tu madre por o tener entre las piernas una herida abierta>>.