sábado, 13 de abril de 2024

FISHER, Mark, Realismo Capitalista p. 111-112

En su libro Tarrying with the Negative, Žižek argumenta que la ideología del capitalismo tardío es de hecho un cierto espinozismo. El punto de Žižek es que el rechazo espinoziano de la deontología y su preferencia por una ética basada en el concepto de salud efectivamente se llevan muy bien con el amoralismo y con la ingeniería afectiva del capitalismo. El ejemplo famoso es la lectura que hace Spinoza del mito cristiano de la caída y la fundación de la ley. Según Spinoza, Dios no condena a Adán porque la acción de comer la manzana fuera incorrecta, sino que le recomienda no comerla porque lo envenenará. Para Žižek, esta lectura constituye el e final dramático de la función paterna. Un acto no es malo porque papá diga que es malo; papá dice que es malo, en cambio, porque será dañino para uno mismo. Según Žižek, en este punto Spinoza le quita a la fundación de la ley el sustento que le proporcionaba el acto sadístico de la escisión (la crueldad de la castración) y, al mismo tiempo, niega la afirmación del poder en un acto de pura volición en el que el sujeto admite tener responsabilidad sobre todo. De hecho Spinoza ofrece inmensos recursos para analizar el régimen afectivo del capitalismo tardío, el aparato de control estilo Videodrome descripto por William Burroughs, Philip Dick y David Cronenberg en el que el poder se disuelve en una niebla fantasmagorica de toxinas psíquicas y físicas. Igual que Burroughs, Spinoza nos dice que la adicción no es un estado aberrante, sino la condición normal de los seres humanos, esclavizados por imágenes fijas de sí mismos y del mundo en conductas reactivas y repetitivas. La libertad, para Spinoza es algo que se logra cuando reconocemos las causas verdaderas de nuestras acciones, cuando podemos dejar atrás las "pasiones tristes" que nos intoxican.

No hay dudas de que el capitalismo tardío articula muchos de sus imperativos a través de (una cierta versión de) la salud. La prohibición de fumar en lugares públicos y las representaciones monstruosas de la dieta de la clase trabajadora en programas como You Are What You Eat parecen decir que estamos en presencia de un paternalismo sin Padre. No es que fumar esté "mal", sino que nos hará fracasar en el intento de tener vidas disfrutables y duraderas. Pero existen límites para este énfasis en la buena salud: por ejemplo, la salud mental y el desarrollo intelectual apenas si cuentan. Lo que tenemos enfrente, más bien, es un modelo hedónico y reduccionista de salud que se basa en "verse bien y sentirse bien". Enseñarle a la gente cómo hacer para perder peso o para decorar su casa está muy bien, pero hacer un llamado masivo al mejoramiento cultural y físico es considerado, por lo menos, autoritario y elitista. No se trata de un elitismo arraigado en la idea de que un tercero pueda conocer el interés de una persona mejor que la persona misma. (Los fumadores o bien no son conscientes de su propio interés, o bien no pueden actuar en consonancia con él.) El problema es que solo ciertos tipos de interés aparecen como relevan-tes en cuanto reflejan valores que se considera consensuados. Perder peso, decorar tu casa y mejorar tu apariencia pertenecen al régimen "consentimental".

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