Cuando
protestamos porque un gobernante no se interesa en conocer su lengua y en
hablarla de la manera como la lengua sabe hablarse, denunciamos el desdén del
gobernante frente a la nación, frente o la experiencia de los vivos y los
muertos de la tierra, y frente a los haberes del país. Cuando insistimos
en que nuestro gobernante debe conocer la gramática de nuestra lengua,
consideramos que el gobernante debe someterse a la ley de todos. Cuando decimos
que los jóvenes deben aprender la gramática de su lengua, sugerimos que los
jóvenes deben conocer las leyes que rigen sus intercambios, no solo para
cumplirlas, sino para sospechar de ellas y criticarlas. Quien aspira a
"dominar la lengua" realmente aspira a darse cuenta de que la lengua
sobrecogedoramente lo posee. Y, lejos de satisfacerse en la arrogancia, aspira a tener
un vislumbre de su inmensidad de su ignorancia.
Educar
en la lengua es educar en la razón. Es cierto que el conjunto de lo concebible -y obviamente
el conjunto de lo real- excede la lengua, pero no es cierto que lo pensable la
exceda. Todo lo que el logos puede armar y ver está, con sus infinitas
variantes, dentro de la lengua, y solo puede conocerse en ella, que es
su encarnación y su vida.
Puede concebirse lo que no puede decirse -en ese caso, no se dice-; pero pensar
que lo que se dice con torpeza supera el saber de la lengua no parece mucho más
que una justificación grandilocuente de la frivolidad y el egoísmo. El
conocimiento de la lengua no tiene que derivar en la normalización o en la
uniformización; antes bien, es el error consuetudinario lo que tiende a
convertirse en uniforme. Con argumentos supuestamente igualitarios contra la
enseñanza de la gramática, se priva a todo el mundo de un instrumento crítico y
de un instrumento de resistencia efectiva frente al poder. Al decir que la escritura
gramatical es para ricos o para burgueses o para hombres heterosexuales blancos
o para conservadores librescos se excluye a todo el mundo del conocimiento de
su herramienta más básica y de su lugar propio. Y eso parece muy
despótico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario