lunes, 26 de marzo de 2012

Antonio Tabucchi - Sostiene Pereira

(...), está usted en conflicto consigo mismo en esa batalla que se está desarrollando en su alma, tendría que abandonar a su superego, tendría que dejar que se fuera a su destino como si fuera un desecho. ¿Y qué quedaría de mí?, preguntó Pereira, yo soy lo que soy, con mis recuerdos, con mi vida pasada, la memoria de Coimbra y de mi mujer, una vida transcurrida como cronista de un gran periódico, ¿qué quedaría de mí? La elaboración del luto, dijo el doctor Cardoso, es una expresión freudiana, perdóneme, soy sincrético, y he pescado un poco de aquí, otro poco de allá, pero usted necesita elaborar el luto, necesita decir adiós a su vida pasada, necesita vivir en el presente, un hombre no puede vivir como usted, señor Pereira, pensando sólo en el pasado. ¿Y mis recuerdos?, preguntó Pereira, ¿y todo lo que he vivido? Serían tan sólo memoria, respondió el doctor Cardoso, y no invadirían de forma tan avasalladora su presente, usted vive proyectado en el pasado, usted está aquí como si estuviera en Coimbra hace treinta años y su mujer estuviera viva todavía, si continúa así acabará convirtiéndose en una especie de fetichista de sus recuerdos, quizá se pondrá a hablar con la fotografía de su esposa. Pereira se limpió la boca con la servilleta, bajó el tono de voz y dijo: Ya lo hago, doctor Cardoso. El doctor Cardoso sonrió. Vi el retrato de su esposa en la habitación de la clínica, dijo y pensé: Este hombre habla mentalmente con el retrato de su mujer, todavía no ha elaborado el luto, es eso justamente lo que pensé, señor Pereira. En realidad, no hablo mentalmente con él, añadió Pereira, le hablo en voz alta, le cuento todas mis cosas, y es como si el retrato me contestase.

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