La "cuestión maldita" es pues, la clase obrera y no Perón, como aún creen argentinos honrados que confunden la historia con la historieta. Los hombres de poderosa personalidad política -y Perón lo es- en tanto encarnan fuerzas sociales e intereses de clases, concitan no sólo inmensas adhesiones multitudinarias sino el odio reconcentrado y profundo de las clases altas amenazadas. En este tipo de crítica reaccionaria al movimiento de masas orquestada por la oligarquía y el imperialismo sobre el "leiv motiv" falso de la personalidad de Perón, cayó la izquierda pequeñoburguesa, rodeada como decía Marx "con toda la banda de estudiantes noveles y doctores archisabihondos". A Perón se lo puede y debe juzgar en sus graves errores. Pero antes que nada se lo debe ver como el portaestandarte de un momento histórico glorioso de la liberación nacional.(...) Al atacar a Perón, por eso, se atacaba al proletariado mismo y se minaban las bases de la liberación al servicio de las fuerzas antinacionales."
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