jueves, 22 de agosto de 2024

Hester, Helen y Srnicek, Nick, Después del trabajo, una historia del hogar y la lucha por el tiempo

Cuando consideramos el papel del Estado en este proceso, se hace todavía más evidente que el aumento de la jornada laboral asalariada de las mujeres es el resultado de algo más que elecciones personales libres. Mientras que el Estado de bienestar de posguerra instauró una estricta división entre el trabajo no asalariado de las mujeres y el trabajo asalariado de los hombres, el Estado neoliberal contemporáneo busca ampliar la fuerza de trabajo mediante una exigencia cada vez más insistente en que todos pasen a depender del trabajo asalariado (en que todos sean explotados en igualdad de oportunidades). 87 Si el Estado de bienestar de posguerra había contribuido a desmercantilizar a los trabajadores mediante la reducción de su dependencia del mercado, 88 el Estado de bienestar contemporáneo apunta a "remercantilizarlos, apoyando la competencia de mercado en lugar de susti- tuirla".89 Una gran parte de este esfuerzo se ha realiza- do mediante políticas de activación del empleo diseñadas para empujar y atraer a las personas al trabajo: a través de políticas de activación negativas (recortando los be- neficios o reduciendo su duración, por ejemplo) y positivas (como la capacitación laboral). 90 Todo aquello que se considere que desincentiva el trabajo asalariado debe ser reducido o eliminado. Como resultado, la generosidad de las prestaciones por desempleo se ha visto recortada en la mayoría de los países.
Como parte de este enfoque general, se adoptaron medidas específicas para coaccionar a las mujeres en particular a incorporarse al mercado laboral. En 1968, por ejemplo, Suecia pasó explícitamente de un modelo de roles duales -basado en una asumida y tajante división del trabajo en función del género, según la cual las mujeres se tomaban licencia en el empleo remunerado para cuidar de los hijos- al modelo universal del jefe de familia. Hoy, prácticamente todos los Estados de bienestar del Norte global siguen este enfoque, favorecido, una vez más, por recortes en el gasto social que han empujado de manera creciente a las mujeres a incorporarse al sector del trabajo asalariado. En los Estados Unidos de principios de los años setenta, por ejemplo, los recortes en la asistencia social a las mujeres con hijos dejaron a las madres en la lucha por sobrevivir con beneficios cada vez más exiguos; las madres negras en particular se vieron llevadas a involucrarse en luchas políticas por sus medios de subsistencia.95 La reforma de la asistencia social estadounidense en la década del noventa se concentró todavía más en quitar beneficios e incorporar a las personas al sector laboral, lo cual aumentó los índices de empleo femenino.96 Más notoriamente, los cambios introducidos en 1996 estable- cían un requisito de empleo para los padres solteros que recibían los pagos y fijaban un límite de tiempo para la percepción del beneficio.9" En el Reino Unido, por su parte, la ayuda económica para padres solteros solía alcanzar a hijos de hasta 16 años de edad; ahora solo alcanza a hijos de hasta 5 años, con la perspectiva explícita de que los padres de niños en edad escolar obtengan un empleo asalariado. Esto equivale a recortar sin contemplaciones más de una década de ayuda económica para esta población.