viernes, 13 de diciembre de 2024

Lopez, Maria Emilia, Un mundo abierto, cultura y primera infancia.

Las prácticas de crianza en el estado de Veracruz, como en el territorio nacional, son de lo más diversas y casi todas tienen un enfoque regional. Tomamos una experiencia de crianza en la región del centro del estado de Veracruz que específicamente nos llamó la atención, porque contrasta mucho con la idea que tenemos del cuidado y protección de los niños pequeños. Fue registrada en el año 1997.

La observamos en una comunidad llamada Duraznotla, del municipio de Tehuipango, perteneciente a la región de Zongolica. En ese momento este municipio estaba identificado en el ámbito nacional como el de menor desarrollo humano, el municipio más pobre del país.

En la modalidad de atención no escolarizada, en ese tiempo se hacían visitas domiciliarias a las madres participantes. Decidimos ir a buscar a las madres de familia en su actividad cotidiana. La lavada de ropa en el río: todas las señoras acuden de las nueve de la mañana a las doce del día aproximadamente a esta actividad.

Los niños pequeños son cargados en la espalda de las señoras aun cuando están lavando, si requieren de ali- mento la madre da vuelta al rebozo y el niño se prende del seno; hay momentos en que la corriente del río hace que el agua suba de nivel y el niño se moja los piecitos que le cuelgan. Nos llamó la atención que los bebés (3 a 6 meses) no lloraran al contacto con el agua (la cual es muy fría, porque proviene de un volcán cercano). Las madres nos comentaron que desde que los niños cumplen la cuarentena son llevados al río y ellas inician un trabajo de "preparación de sus pies". Este consiste en que estén en contacto con el agua un rato, para lo cual ellas juntan con sus manos algo de agua, la "entibian" y dejan caer en los pies de los niños; poco a poco van haciendo que los niños tengan contacto directo con el agua a la temperatura del río, hasta que ya pueden dejar sus pies un rato en el agua.

Este es el trabajo de inicio para algo más sorprendente: a partir del año de edad, las madres colocan los pies de los niños en las piedras calientes que sobresalen del río; cuando los niños protestan o lloran por el calor tan fuerte, ellas meten los pies de los niños al agua del río. Este proceso lo hacen varias veces en el transcurso del tiempo que están lavando la ropa.

Esto hace que los pies de los niños se llenen de ámpulas, por el efecto de calor y frío, las cuales ellas rompen con cuidado, ponen árnica o manzanilla y "yerba de sanalotodo". Repiten esta práctica hasta que se forma una callosidad en los pies y dejan de formarse las ámpulas (este proceso a decir de las madres se lleva casi un año).

Pudimos observar que los niños de dos años ya tienen sus pies con una callosidad tan gruesa que caminan en las piedras descalzos, sin lastimarse.

Esto podria verse como una directa agresión a la integridad física de los niños y a sus derechos, pero en este contexto es concebida como una medida de protección y de promover la independencia de los niños. Las madres saben que, ante la falta de calzado y de recursos para ello, el niño requiere desarrollar otros medios para poder deambular y ser visto ante la comunidad como un "niño completo"; también para la madre es un descanso que los niños puedan caminar en un camino tan difícil (sin pavimento), sin que estén colgados a su espalda. Esta práctica de crianza las coloca a ellas como "buenas madres"."

Esta escena pone de relieve una forma de vida familiar contemporánea, nos habla de los modos en que estos niños y niñas construyen su relación con el mundo de los afectos, de la naturaleza, con su propio cuerpo, con el juego, con el tiempo y sus avatares.

jueves, 22 de agosto de 2024

Hester, Helen y Srnicek, Nick, Después del trabajo, una historia del hogar y la lucha por el tiempo

Cuando consideramos el papel del Estado en este proceso, se hace todavía más evidente que el aumento de la jornada laboral asalariada de las mujeres es el resultado de algo más que elecciones personales libres. Mientras que el Estado de bienestar de posguerra instauró una estricta división entre el trabajo no asalariado de las mujeres y el trabajo asalariado de los hombres, el Estado neoliberal contemporáneo busca ampliar la fuerza de trabajo mediante una exigencia cada vez más insistente en que todos pasen a depender del trabajo asalariado (en que todos sean explotados en igualdad de oportunidades). 87 Si el Estado de bienestar de posguerra había contribuido a desmercantilizar a los trabajadores mediante la reducción de su dependencia del mercado, 88 el Estado de bienestar contemporáneo apunta a "remercantilizarlos, apoyando la competencia de mercado en lugar de susti- tuirla".89 Una gran parte de este esfuerzo se ha realiza- do mediante políticas de activación del empleo diseñadas para empujar y atraer a las personas al trabajo: a través de políticas de activación negativas (recortando los be- neficios o reduciendo su duración, por ejemplo) y positivas (como la capacitación laboral). 90 Todo aquello que se considere que desincentiva el trabajo asalariado debe ser reducido o eliminado. Como resultado, la generosidad de las prestaciones por desempleo se ha visto recortada en la mayoría de los países.
Como parte de este enfoque general, se adoptaron medidas específicas para coaccionar a las mujeres en particular a incorporarse al mercado laboral. En 1968, por ejemplo, Suecia pasó explícitamente de un modelo de roles duales -basado en una asumida y tajante división del trabajo en función del género, según la cual las mujeres se tomaban licencia en el empleo remunerado para cuidar de los hijos- al modelo universal del jefe de familia. Hoy, prácticamente todos los Estados de bienestar del Norte global siguen este enfoque, favorecido, una vez más, por recortes en el gasto social que han empujado de manera creciente a las mujeres a incorporarse al sector del trabajo asalariado. En los Estados Unidos de principios de los años setenta, por ejemplo, los recortes en la asistencia social a las mujeres con hijos dejaron a las madres en la lucha por sobrevivir con beneficios cada vez más exiguos; las madres negras en particular se vieron llevadas a involucrarse en luchas políticas por sus medios de subsistencia.95 La reforma de la asistencia social estadounidense en la década del noventa se concentró todavía más en quitar beneficios e incorporar a las personas al sector laboral, lo cual aumentó los índices de empleo femenino.96 Más notoriamente, los cambios introducidos en 1996 estable- cían un requisito de empleo para los padres solteros que recibían los pagos y fijaban un límite de tiempo para la percepción del beneficio.9" En el Reino Unido, por su parte, la ayuda económica para padres solteros solía alcanzar a hijos de hasta 16 años de edad; ahora solo alcanza a hijos de hasta 5 años, con la perspectiva explícita de que los padres de niños en edad escolar obtengan un empleo asalariado. Esto equivale a recortar sin contemplaciones más de una década de ayuda económica para esta población.

miércoles, 26 de junio de 2024

Bordelois, Ivonne, La palabra amenazada

Pero lo que nos interesa aquí es que Orfeo -que pasó a la posteridad patriarcal como el héroe-víctima y músico supremo, venerado por poetas y músicos como Rilke y Glück, que se identificaban sin duda con su fascinante voz todopoderosa- es en verdad quien provoca la tragedia. En efecto, ésta se desencadena por su incapacidad de escuchar al otro, que va pareja con su necesidad exasperada y exasperante de escucharse nar- cisísticamente sólo a sí mismo, y de ser escuchado a costa del silenciamiento ajeno. El mito órfico es entonces también la representación de un monólogo delirante que, pretextando amor, desplaza al interlocutor y lo reduce a la nada de un silencio infernal. A la violencia que representa su negación de la palabra-música de Eurídice contesta la violencia vengativa de su descuartizamiento por las Ménades. La cólera de las Ménades, inspiradas por Dionisio, el dios rival de Apolo, representa la ira femenina por el rechazo de un espacio de amor y atención para la voz de la mujer.
Más allá de la disputa entre los sexos, sin embargo, lo que parece sugerir el mito, desde el fondo de los tiempos, es la trágica circunstancia que hace que los más dotados para la música y la palabra -y los poderes que de estos dones se derivan- sean con frecuencia también los menos dotados para la atención y la escucha. Una figura posible del mito, aquella que estamos explorando en este texto, representa la incapacidad de los seres humanos de escucharnos unos a otros, así como la contumacia de nuestra inconsciente negativa a escuchar aquello que precisamente nos permite hablarnos: nuestro lenguaje. Así, reducimos a nuestros interlocutores y a nuestro lenguaje a la nada del sinsentido y el olvido. Cuando se habla de competitividad en el mundo contemporáneo se piensa en general en la capacidad de imponer masivamente pautas y productos culturales e industriales, así como ideas y formas de poder a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Pero lo que subyace a este alud de imposiciones y hace posible su efectividad es un lenguaje monotemático que busca sólo afirmarse y escucharse a sí mismo y desatiende implacablemente la escucha y la necesidad del otro. La palabra fetiche de la propaganda comercial y política desaloja así fieramente a la palabra profunda de la tradición y al léxico del nuevo conocimiento; el jingle reemplaza a la canción de cuna, el cliché político a la reflexión original, el autismo mediático a las humildes e inspiradas formas de la estética popular o de las voces marginales.

Con razón dice Margaret Fuller que la literatura -y lo mismo vale para la cultura- no consiste en una colección de libros magníficos, sino en un ensayo de interpretación mutua. La cultura global es en gran medida un remedo de diálogo en el que poderosos Orfeos, embebidos narcisísticamente en su propia música, sumergen en el silenciamiento total a los que se supone deben ser rescatados. El cine contemporáneo, con sus megaproducciones, hazañas virtuales y falsos estréllatos, la industria musical de nuestros días, campo de batalla de los intereses del rock, llevan las señales claras -o más bien, exhiben las garras- de una empresa que aspira a imponer pautas de dominio unilateral y conducirnos al infierno del sinsentido -o al nirvana de los zombies- antes que proponer un diálogo abierto en el que despunte lo verdaderamente nuevo, lo no dicho, aquello que necesariamente conforma el porvenir. Y así se prolonga y consolida el infierno de Eurídice.